10 senderos para gozar los parajes naturales de Lanzarote y La Graciosa
¿Estás en modo Kilian Jornet o sólo te pondrías unas botas de montaña si te prometemos no sudar? Seas como seas, Lanzarote es el camino. En esta guía encontrarás diez rutas imprescindibles que te permitirán conocer algunos de los rincones más espectaculares de la isla.
¿Gorro? Sí. ¿Crema solar? También. ¿Agua fresca? Siempre. ¿Fruta, un bocata? Claro. ¿Móvil cargado? Al cien por cien. Vale, ya casi estamos.
Consultamos el parte meteorológico, metemos en la mochila ropa ligera pero de abrigo y una bolsa para los desperdicios. Antes de empezar, tenemos que tener claro esto:
- Vamos a movernos por un territorio hermoso y frágil. No cogeremos piedras, fósiles ni flores de recuerdo.
- Respetaremos la naturaleza: no dejaremos basura ni huellas. Seguiremos el sendero. El resto de las especies nos lo agradecerán.
- Caminaremos acompañados. Si vamos por nuestra cuenta, compartiremos nuestra localización con alguien.
El Norte: acantilados, fuentes y playas de locura
Impresiona ver la figura del Volcán de la Corona (609 m) desde la sinuosa carretera LZ-201. Erupcionó hace veinte mil años y creó un tubo volcánico con diecisiete jameos. Ascenderemos hasta su cráter desde un lateral de la ermita de Ye, haciendo zigzag entre parras, olorosos hinojos y malvarrosas. El último tramo de este sendero de 4 km se estrecha y se escarpa levemente. ¿Mirar la boca del volcán o contemplar la vista de la costa? Las dos panorámicas te reconcilian con el mundo.
De nuevo en la LZ-201, nos dirigimos hacia Guinate y aparcamos el coche en el primer desvío antes de llegar al pueblo. La senda transcurre entre terrazas de cultivo y regala unas vistas únicas del Archipiélago Chinijo. Las de Gayo, hechas con piedra volcánica, son una de las pocas fuentes de agua natural de la isla. Todas están en este macizo de Famara. Este fue uno de los lugares donde se asentaron los majos, los primeros pobladores de la isla.
Llegamos a La Graciosa en ferry, nos tomamos un enyesquito en Caleta del Sebo y nos vamos a ver la bellísima Playa de las Conchas por una pista de arena. A pie o en bici, merece la pena recorrer siete kilómetros para ver el espectáculo: el jable dorado formado por restos de caracoles y algas marinas, las aguas turquesas (cuidado con las corrientes), las plantas hinchadas y adaptadas a las sales del suelo y los brillantes colores de Montaña Bermeja.
El corazón del Parque Natural de Los Volcanes
Aquí empezó todo. Antes de llamarse Volcán del Cuervo esta era la Montaña de La Lapa y fue la primera en explotar en 1730. Un sendero circular nos permite contemplar distintos tipos de lava, mares de ceniza y el interior del cono volcánico. Al vulcanismo deberían darle el premio Pritzker por este espectáculo. Encontrarás un aparcadero en la LZ-56 donde se inicia el sendero.
Continuamos en el Parque Natural de Los Volcanes para asomarnos al cráter de mayor diámetro de la isla: el de Caldera Blanca. Nadie queda impasible. Estamos en uno de los edificios hidromagmáticos más espectaculares y mejor conservados del mundo. En 2016 el astronauta Pedro Duque, hoy Ministro de Ciencia, recorría este paraje para aprender a identificar fluidos en las rocas volcánicas. También necesitaremos hacerlo en Marte.
El Sur: Papagayo y el litoral de Timanfaya
El baño en este paraíso (Mejor Playa de España 2019, según Condé Nast Traveler) sabe infinitamente mejor cuando llegamos caminando por la columna vertebral del sur de la isla: los erosionados montes Ajaches. Saldremos desde el mirador del pueblo de Femés y recorreremos veredas abiertas para el pastoreo de cabras. Veremos una estampa inigualable de la Isla de Lobos y Fuerteventura y atravesaremos una peña que lleva el nombre de los dises, concavidades en el cauce de un barranco que captaban agua de escorrentía. La población las cubría con ramas secas y piedras planas para evitar la evaporación.
La ruta del litoral de Timanfaya comienza al final del pueblo de El Golfo. Vemos las huellas del encontronazo del magma con las frescas aguas del Atlántico y algunas de las playas más salvajes de la isla (La Madera, El Paso, Las Malvas), siempre envueltas en espuma, olas rotas y basaltos. El recorrido completo son catorce exigentes kilómetros sobre irregulares zonas de lava. Mención especial a la ruta de Tremesana que exige reserva a través de la Red de Parques Nacionales de España: tres suaves kilómetros de estructuras volcánicas con guía en español por las entrañas de Timanfaya.
La Geria: lavas y montañas
Nos reunimos en el pueblo de La Asomada para ascender a Montaña Gaida, por una de sus arenosas vertientes, de pendiente pronunciada. Antes veremos la enorme alcogida que se construyó en el cerro de Tegoyo para acumular agua de lluvia. La panorámica desde la cima de Gaida es espectacular: el ecosistema agrario de La Geria, con las parras abrigadas por socos, el Parque Natural de los Volcanes y Timanfaya. Los más de 600 m de altura de Guardilama también la convierten en un mirador excepcional.
¿No apetece un vino a estas alturas? Oh, sí. Y vamos a comprender su sabor mineral caminando por la montaña de Juan Bello, uno de los epicentros de la viticultura tradicional de la isla, donde reina una variedad de uva llamada Diego, ácida, deliciosa, la última en vendimiarse. Saldremos del pueblo de La Florida y el sendero nos llevará hasta la Cueva de los Naturalistas, en Masdache, un lugar de interés geológico con los estafilitos mejor conservados de toda Canarias (racimos de piedra formados por el goteo de la lava). Acabamos la jornada comiendo queso de cabra y catando los caldos de estas tierras excepcionales en una de las bodegas de la Denominación de Origen de Lanzarote.
La bahía de Arrecife y los barrancos del este
Fue puerto antes que ciudad y esa verdad exuda por los cuatro costados. La capital de la isla es un collar de bajíos, puntas y arrecifes. Empezaremos el camino en la Punta del Camello, junto al Parque Temático y la bahía nos señalará el camino. Si nos damos un baño en la Playa del Reducto veremos las lavas almohadilladas que dejó aquí el volcán de Maneje, pasaremos por el Islote de la Fermina, el Muelle de la Pescadería, el antiguo Muelle Comercial, el Puente de las Bolas (1772), el Puente Nuevo (1920), el Charco de San Ginés, el Islote del Francés, Puerto Naos, las salinas de Naos, el Castillo de San José y Puerto de los Mármoles, un recorrido portuario.
En la otra capital que ha tenido la isla, en la Villa de Teguise (Conjunto Histórico-Artístico), empieza la última ruta. Saldremos desde el castillo de Guanapay, descenderemos por los barrancos de Tejida y el Hurón para terminar en un paisaje geométrico moldeado por las actividades humanas: las roferas de Tinamala y Guatiza, de donde se extraían cantos rojos y que hoy son una solicitada localización para grabar videoclips y películas.
¿Dudas?
- Si quieres ampliar información sobre otros senderos en la isla no dejes de visitar la zona de descargas de nuestra web lanzaroteesd.com .
- Estás en un Geoparque único en el mundo: mira todos los lugares de interés geológico que puedes ver.
- Aves, flora… La Oficina de la Reserva de la Biosfera tiene un montón de postales divulgativas que te vendrán bien para sacar el máximo jugo a tu ruta de senderismo.