Arrecife: 4 kilómetros de paseo marítimo entre islotes y dos castillos
Fue puerto antes que ciudad. Ya en el siglo XV era famoso por ser el más seguro de Canarias, porque la bahía de Arrecife es un hermoso conjunto de islotes y arrecifes que facilita el fondeo. Capital de la isla desde 1847, más de 520.000 cruceristas visitaron el año pasado esta ciudad hecha de agua y roca.
La ruta comienza en la Playa del Reducto, una playa urbana de Bandera Azul que es preferible visitar en la pleamar o con la marea media, para no encontrarnos un mar de piedras, muchas de ellas de basalto, restos de la erupción del volcán de Maneje. Sorprende la claridad de sus fondos. Vistos desde la última planta del Arrecife Gran Hotel & Spa, son una acuarela turquesa, azul claro y marino. La marina de Arrecife es un criadero de vida.
Con unas gafas de buceo veremos salemas, sargos y lisas muy cerca de la orilla y que podremos identificar con un rápido vistazo a la guía de especies de la Red Promar. Otra opción para surcar el agua es practicar el stand up paddle y remar un rato el litoral.
Seguimos paseando junto al mar y llegamos al antiguo Parador de Turismo de Lanzarote, hoy sede de la UNED, un edificio de estilo neocanario de 1951. Aquí el Club de Modelismo de Barcos de Radiocontrol ‘Rabo del Ciclón’ pone a punto sus pequeñas naves. Hay que entrar al edificio para contemplar los murales que pintó Manrique para los primeros viajeros que llegaron a la isla: Alegoría de la isla, El viento, la pesca y la vendimia. Dicen mucho del carácter lanzaroteño y de su clima.
Ya vemos el Castillo de San Gabriel, una fortaleza chata, de piedra, con varios cañones, construida para disuadir los ataques de piratas. El puente de las Bolas conectan tierra firme con el islote de San Gabriel. Es uno de los paseos más oxigenantes de la ciudad y un spot magnífico para el avistamiento de aves acuáticas costeras. Unos metros más adelante, un puente desemboca en el Charco de San Ginés, una laguna marina salpicada de barquillas de pesca.
Es el corazón marinero de Arrecife: aquí se establecieron las primeras chozas de pescadores que dieron lugar a la ciudad. Aquí también nació César Manrique, un artista que cambió para siempre el paisaje y la autoestima de la isla. Hoy es una zona donde degustar algunas de las mejores opciones gastronómicas de la ciudad. Es indispensable encontrar el Callejón del Aguaresío, la joya del casco histórico: tres casas bajas enjalbegadas, insertas en la sombra y que han cuidado un hermoso jardín tropical de plantas crasas.
La visita al Puerto Deportivo Marina Lanzarote merece la pena soolo por ver las embarcaciones fondeadas. El año pasado acogió la salida de la Panerai Transat Classique, la única regata de barcos clásicos del mundo. También hay diversas opciones gastronómicas, gimnasio con vistas al mar y locales de ocio nocturno.
En frente, la Escuela de Pesca no pasará desapercibida a los amantes de la arquitectura. Obra de Laorga y Zanón, arquitectos que también se encargaron de las escuelas náuticas de Cádiz, Bilbao y Alicante, se inauguró en 1966. Construida en hormigón armado, parece un búnker defensivo pero es una delicia moderna y funcional. Si seguimos en Puerto Naos, podemos visitar El Camarote de Nao, una fábrica de cerveza artesana local y el monumento a los siete marineros lanzaroteños del Cruz del Mar que murieron en 1978 en un asalto.
Tras pasear por la zona de las antiguas conserveras de pescado, donde hoy sigue funcionando la Cofradía de Pescadores y la flota atunera de Puerto Naos, llegaremos al MIAC – Castillo de San José, construido en el siglo XVIII también para otear los navíos enemigos y poder hacerles frente. En 1976, Manrique propuso reconvertirlo en un museo. Se inauguró con piezas de Picasso, Chagall, Bacon, Giacometti y Moore. Casi nada. Hoy su colección permanente incluye obras de artistas contemporáneos de Manrique, como Tapies, Chillida o Canogar y de los artistas canarios más representativos del siglo XX.
El CIC Almacén es el epicentro de la vida cultural arrecifeña y fue un antes y un después en la vida cultural de la isla. Inaugurado en los años 70, en un antiguo caserón del siglo XIX, fue un laboratorio cultural autogestionado por el que pasaron Rafael Albertí o Brian Eno, entre otros. Hoy es un centro cultural público con galería de arte, sala de cine y restaurante.
La Casa Agustín de la Hoz, antiguo casino de Arrecife, alberga los primeros murales que pintó Manrique en su carrera, siendo todavía alumno de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. La Casa Amarilla, en la calle Real -la principal calle comercial de Arrecife- también es un imprescindible para saber más sobre la historia de la isla.
¿Cuándo visitar la ciudad? Cualquier temporada tiene su encanto. En septiembre y octubre, el Festival Arrecife en Vivo convierte sus calles en un circuito de música en directo, que ha sido elegido el Mejor Festival de Mediano Formato de España en los Iberian Festival Awards. El Festival Internacional de Cine de Lanzarote, la Muestra de Cine de Lanzarote o el Encuentro de Artes Visuales Veintinueve Trece también tienen su sede en esta ciudad de esencia portuaria.