Cinco maneras de mimar tu bienestar en Lanzarote
Que levante la mano quien haya sentido un estrés colosal este último año. Uno, dos, cinco, veinte… Vale, somos legión. ¿Y si le ponemos remedio? Te proponemos unas vacaciones en una isla terapéutica. Objetivo: recargar las pilas.
Nuestro indicador de batería lleva instalado en un preocupante color rojo desde hace unos cuantos meses. Hemos adelgazado demasiado. O engordado de más. Estamos irritables. Ha costado horrores conciliar el sueño y se nos han contracturado insospechadas partes de nuestro cuerpo.
Hasta aquí hemos llegado.
Basta. 🖐
Necesitamos recuperar energía, así que en nuestras próximas vacaciones mandará el placer y la salud. Prioridad: sentirnos bien.
1 Mucho (pero mucho) más que un hotel
Equipos de hidroterapia, un fisioterapeuta a doscientos metros de la habitación, sesiones de yoga al atardecer, desayunos con fruta fresca y huevos de gallinas felices, el sonido de los pájaros sobrevolando una higuera al despertar, una cinta de correr con cámara de aire antigravedad para librarnos del peso de nuestras articulaciones…
Piensa qué servicios y comodidades son las que mejor maridan con tu plan y elige un alojamiento que se ajuste a tus necesidades. En Lanzarote encontrarás hoteles, apartamentos, casas rurales y edificios históricos. Lo complicado es tener que elegir sólo uno.
2 Vitamina D, ¡ven a mí!
Se activa cuando la piel entra en contacto con los rayos ultravioleta y es una gran aliada de nuestro sistema inmune.
Durante el confinamiento que vivimos el año pasado, la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia prescribió un mínimo de quince minutos diarios de luz solar: es la dosis que necesitan las células de nuestro cuerpo para ejercer sus funciones, entre ellas, los linfocitos, el ejército que se encarga de proteger nuestro organismo de posibles infecciones.
Como todo, el éxito radica en el equilibrio. Tan malo es ser un Nosferatu que huye de la vitamina D como entregarse a la exposición solar durante horas sin la suficiente protección. Recuerda que estamos muy cerca del Ecuador del planeta y que el índice UV es muy alto.
Decir “bah, yo no me quemo” viene a ser lo mismo que afirmar que la Tierra es plana. Aplícate protector solar quince minutos antes de tenderte al Sol, a disfrutar ese delicioso y benéfico cosquilleo por todo el cuerpo.
3 Antiestrés desde finales del siglo XVIII
Los viajeros europeos llevan tres siglos eligiendo Canarias para recomponer su salud mental y física. Para darse una tregua. Para cuidarse y practicar un hedonismo responsable.
El clima es la razón más poderosa: Lanzarote está en la franja subtropical del hemisferio norte, a menos de cien kilómetros de la costa africana. Además, gozamos de distintos microclimas. No es lo mismo disfrutar del atardecer en la costa, por ejemplo en Punta Mujeres, que en un precioso pueblo de interior como Masdache. Los aromas, las humedades y las temperaturas son distintas.
Lanzarote es un balneario natural. Bien lo sabía Juan de León Perdomo, un vecino de Haría que hizo las Américas y regresó a la isla para construir una casa de reposo para su hija, enferma de tuberculosis. El resultado lo vemos hoy en Arrieta: la llaman ‘La Juanita’ o la ‘Casa China’, por su tejado con aires de pagoda oriental.
Otro ejemplo de arquitectura destinada a los baños de salud lo encontramos en el pueblo marino-surfero de Famara: es la casita de un filántropo llamado Luis Ramírez, una fantasía modernista llena de pulpos y elementos marinos que se hizo construir, por prescripción facultativa, para envolverse en lo que aquí llamamos maresía: un beneficioso spray marino.
4 Slow travel: relájense
Lo notan incluso nuestros vecinos de Gran Canaria, que de vez en cuando se regalan un homenaje en Lanzarote para recordar que SÍ es posible conducir sin atascos, huir del griterío y encontrar espacios deliciosos donde no existen las aglomeraciones ni las colas.
Los cultivos en el jable y en el rofe, las obras de arte más sostenibles y hermosas, las terrazas a pie de mar donde podemos beber una cerveza y darnos un baño en un bucle infinito de cerveza-baño-cerveza-baño… Lanzarote es mucho con muy poco.
Como dice el escritor Alexis Ravelo en su libro La Ceguera del cangrejo (lectura más que recomendable para tu estancia, sobre todo si te gusta la novela policiaca): en Lanzarote, todo lo importante está oculto y todo está cerca.
La isla traduce en experiencias muy concretas (y reparadoras) eso que en el sector turístico llamamos “slow travel”. Callejear. Mandar callar al reloj. Boicotear la tiranía del smartphone. Aquí mandas tú.
5 Talasoterapia, aloe vera, deporte, ¡gofio!
Muchas empresas eligen Lanzarote como destino donde organizar una cura antiestrés para sus empleados. Son muchos los males derivados del ritmo de vida actual y esta isla actúa como masaje descontracturante a todos los niveles.
Lanzarote propone infinitos planes contra la fatiga contemporánea:
- Flotar en el mar, frotar los pies contra la arena, dejarse envolver por la brisa yodada.
- Probar una crema hidratante de aloe vera cultivado en Lanzarote.
- Catar los restaurantes que practican la gastronomía basada en productos locales, frescos, de temporada (prueba el gofio escaldado).
- Redescubrir los sonidos de la naturaleza. Adiós, ruidos de ciudad. Hola, gaviotas, olas, árboles frutales mecidos por el viento.
- Hacer un circuito hidrotermal.
- Caminar sin prisa por un sendero.
- Tocar el suelo mineral de la isla, acariciar las texturas de las rocas.
- Descubrir que el deporte (a tu ritmo, el que sea) despeja la mente y libera tensiones.
- Reencontrarte. Escucharte.
Aquí, a las amistades que notamos un tanto agobiadas, solemos darles un consejo: “Relájense, vida sólo hay una”.