Desconecta esta Semana Santa por tierra, mar y aire
¿Necesitas una escapada de relax en familia o con amigos? La Semana Santa es el momento del año ideal para darte un salto de cuatro días a Lanzarote. La Isla mantiene sus condiciones primaverales todo el año y ofrece una oferta infinita de ocio y gastronomía. Aquí te traemos tres planes alternativos para desconectar por tierra, mar y aire.
Tierra. El bosquecillo de Haría
En nuestra isla volcánica guardamos como un tesoro secreto El Bosquecillo de Haría, un área forestal de acacias majoreras (Acacia cyclops) y acebuches (Olea cerasiformis), que ofrece vistas privilegiadas de Famara desde su mirador. Si te gusta el senderismo, reserva una mañana para hacer una caminata por el norte de la Isla. Puedes partir de la plaza de Haría y seguir el sendero hasta El Bosquecillo que serpentea paisajes de impactante riqueza biológica. El paseo, de dificultad baja, es ideal para descubrir la Lanzarote menos conocida.
La experiencia será completa si llevas en tu mochila un queso de cabra artesanal y vino de la isla y los degustas frente a la soberbia vista del Archipiélago Chinijo que se muestra ante ti.
Nuestro consejo: elige el sábado para tu caminata y aprovecha para visitar el mercadillo de Haría. La artesanía es una de las señas de identidad del municipio, donde se mantienen las labores ancestrales de la palma o palmito que da el propio paisaje de las mil palmeras o los delicados bordados canarios y rosetas, muñequería, cerámica y otras piezas representativas de la cultura artesana local.
Mar. La Graciosa. Archipiélago Chinijo
Atrévete a sumergirte literalmente en el océano Atlántico y date un salto a La Graciosa. O mejor, pasa una noche de tu escapada en esta pequeña isla subtropical de apenas treinta kilómetros cuadrados, ubicada en el Parque Natural del Archipiélago Chinijo, donde el código de vestimenta es el bañador y una sombrera de palmito.
La aventura se inicia en el momento mismo del embarque en Órzola en uno de los ferris de Líneas Romero que atraviesan el estrecho de El Río hasta Caleta de Sebo. En cuanto pisas la arena de la isla, te invade una sensación de pertenencia al lugar: buceas en Las Geradias, navegas por los islotes, pedaleas en bici por los senderos habilitados hasta alguna playa paradisíaca. La de Las Conchas tiene siete kilómetros de paseo y Playa Francesa es un tesoro escondido, al que puedes acceder también en barco. Entablas animada charla con una vecina que termina dándote a probar una de las jareas (pescado secado al sol) que está tendiendo a la puerta de su casa.
Impregna tu piel de sal (y crema solar) y tu gusto y olfato de mar: saborea un fresquísimo pescado o un plato de lapas en el pueblo. En alguno de los restaurantes que están pegados a la playa hasta puedes descalzarte mientras comes frente a la inmensidad oceánica.
Nuestro consejo: aprovecha tu conversión graciosera para conocer la historia y la riqueza natural del Archipiélago Chinijo. Te encuentras en un parque natural con una biodiversidad tan apabullante como frágil: una zona de nidificación de aves marinas, donde es posible observar especies ya muy raras, como la autóctona pardela cenicienta.
También te aconsejamos que preguntes a los habitantes de La Graciosa por su excepcional historia, repleta de anécdotas, desde las luchas piráticas al duro trabajo de las familias pioneras, que recorrían el camino del Risco de Famara para intercambiar su pescado por productos del campo y objetos de la vida cotidiana.
Aire. La isla a tus pies. Arrecife Gran Hotel.
La capital de la isla es, paradójicamente, uno de los lugares más desconocidos para el visitante y, por eso mismo, resulta una caja de sorpresas. En este recorrido por la Lanzarote alternativa te proponemos que recales en la población local con más oferta cultural y donde se refleja la vitalidad atlántica en el día a día. Lo mejor para conocer la ciudad y sus alrededores es contemplarlos a ojo de pájaro desde su punto más alto: el último piso del Arrecife Gran Hotel & Spa.
Créenos, la vista es incomparable y ayuda a comprender el espíritu marinero de los arrecifeños. Observa las intrincadas callejuelas del casco histórico, las iglesias, puentes y fortalezas símbolo de la resistencia histórica a los ataques piráticos, las antiguas tierras de cultivo y salinas y, sobre todo, la espectacular marina, la más larga y completa de Canarias. Conviértete en porteño y vuelve a casa con la sensación de haber dejado un trozo de tu corazón en el Puerto del Arrecife.
Nuestro consejo: si quieres conocer la tradición local de Semana Santa, la Iglesia de San Ginés celebra las procesiones más solemnes y representativas de la Isla. Además, la ubicación del templo en el centro de la ciudad, cerca de la Calle Real, la avenida marítima y el Charco de San Ginés, te permitirá vivir las celebraciones como un vecino más, compartiendo la animada vida social con los arrecifeños. Esta es también una oportunidad única de probar los platos de vigilia, con pescados autóctonos como la vieja o el cherne y las torrijas y pestiños de Semana Santa.