Un paseo por los ‘Pueblos Mágicos’ de Lanzarote
Al igual que en tierras mejicanas, en Lanzarote también podemos presumir de pueblos mágicos que cuentan la historia de una isla mítica donde los seres humanos vivimos en amable convivencia con los elementos: mar, viento, tierra, volcán…
Lugares únicos que han conservado su arquitectura original, tradiciones, historia y cultura. ¿Te apetece conocer el origen del milagro sostenible que es la Isla? Si es así, acompáñanos por esta inmersión en cuatro núcleos tan fascinantes como desconocidos, que encarnan la esencia única y especial de Lanzarote.
Femés. Magia visual
Nuestro primer destino es Femés (Yaiza), donde Arozarena situó a su personaje Mararía, un pueblo al que Pedro Guerra dedicó una canción: “En el silencio, solo los ladridos de los perros”.
Femés es un tesoro histórico, albergó la primera catedral de Canarias, destruida por los corsarios en 1543 y levantada dos siglos después en su actual edificación, la ermita de San Marcial, patrón de la Isla. Dejamos que nuestra mente viaje al pasado no tan lejano de Lanzarote, en este paseo por el pueblo de Femés, con su arquitectura rural y sus queserías artesanales, aún mantenidas por los ganaderos de la zona.
Al llegar al mirador, descubrimos la magia: vistas volcánicas a Timanfaya, a las playas del sur de Lanzarote y a la isla Maxorata, dibujada en días claros con total nitidez.
Saborea el paisaje. Aprovecha tu estancia en Femés para probar alguna de las especialidades (cabrito o carne de cabra) de los restaurantes del pueblo, ellos mismos cuentan con miradores al sobrecogedor paisaje.
Punta Mujeres. Vida costera
El nombre de este pueblo del municipio de Haría ya despierta nuestra curiosidad. Se dice que se debe a unas mujeres que fueron abandonadas allá por 1700 por los piratas que las habían raptado. También se habla del parecido de las montañas que lo rodean con siluetas femeninas.
Lo mejor es que saques tu propia conclusión visitando este precioso rincón norteño cuya vecindad con Arrieta crea un animado ambiente vacacional desde Semana Santa hasta el verano. No olvides el bañador porque no querrás perderte un chapuzón en las piscinas naturales en las que nunca falta el ajetreo de familias y amigos.
El paseo marítimo salpicado de calas y terrazas llega a la playa de La Garita, en Arrieta, donde puedes comer en alguno de sus pintorescos restaurantes frente al mar. Es el momento de probar el producto local: lapas, vieja, antoñito… Créenos, el marisco y pescado fresco saben a gloria cuando oyes las olas rompiendo en el mismo muro sobre el que se asienta tu mesa.
Tierra de cactus. El paisaje norteño está serpenteado de cochinilla, un cultivo tradicional que ha generado inmensas plantaciones de tuneras (cactus), visibles desde la carretera a su paso por Mala o Guatiza.
El agave abunda en Lanzarote por su especial climatología. En la Isla también se produce una sanadora variedad de aloe vera que sirve de base a productos de cosmética. Si te interesa esta fascinante flora desértica, no puedes perderte el Jardín de Cactus, que acoge unos 4.500 ejemplares de los cinco continentes.
Mancha Blanca. El milagro que paró la lava
Cuenta la leyenda que en 1736 los habitantes de la Isla, desesperados tras años de erupciones que iban sepultando pueblos y cultivos, entonaron una oración a la Virgen pidiendo ayuda y, en ese preciso instante, la erupción cesó, salvando una parcela en medio de los ríos de lava.
En ese mismo lugar, bautizado Mancha Blanca, se levantó la ermita de Los Dolores, que recibe cada 15 de septiembre la visita de miles de peregrinos. Para conocer esta simbólica localidad del municipio de Tinajo, te recomendamos que reserves una mañana de sábado.
En la explanada de la ermita se celebra un mercado agrícola donde no faltan las parrandas locales y los cultivos ecológicos que da la tierra mineral lanzaroteña: granos como las lentejas, los garbanzos o los chícharos, cultivos de jable, como la batata; repostería típica o productos. No encontrarás un detalle mejor que llevarle a tus amistades.
Experiencia volcánica. Estamos en el lugar donde se originó la maravilla natural que es Lanzarote y, por tanto, no podemos perdernos la visita al Parque Nacional de Timanfaya y, para comprender la trascendencia de las erupciones, al Centro de Interpretación de Mancha Blanca, con entrada gratuita.
Mozaga. Vinos mágicos
Mozaga se encuentra en el centro geográfico de la Isla, entre los municipios de Teguise y San Bartolomé. Este pequeño pueblo de 400 habitantes, en pleno paisaje protegido de La Geria, simboliza la conservación de unos cultivos vitivinícolas únicos en el mundo. Su historia se remonta a 1737, cuando se levantó el cortijo del capitán Gaspar de Samarines, dedicado a la producción de uva.
Una vez más, el volcán determinó la vida de los habitantes de la Isla, que idearon un sistema de cultivo bajo las mismas cenizas que arruinaron los anteriores. Desde entonces, en la comarca han proliferado los enarenados y las pequeñas bodegas, que rigen su trabajo por las mismas normas que la naturaleza intratable impuso a sus antecesores.
Homenaje manriqueño. El artista universal que fue César Manrique quiso rendir homenaje a este excepcional ejemplo de agricultura y creó en la Casa Museo del Campesino, un centro donde mostrar desde las artesanías tradicionales a la gastronomía autóctona. Nuestro consejo es que realices la ruta del vino con parada en alguna de las bodegas que encontrarás por el camino.